
Un antropólogo francés llamado Marc Augé acuñó la frase no-lugar para referirse a los sitios de transitoriedad que no tienen la suficiente importancia para ser considerados como lugares. Estos podrían ser; un aeropuerto, una plaza comercial, un motel o alguna validad.
Puede que en Francia en realidad no haya mucha vida en estos sitios, pero hay uno tan mítico, que rompe toda teoría y hace lo que se le pega la gana, sus aeropuertos están llenos de historias, sus plazas de gran variedad de tribus urbanas que la adoptan como punto de reunión, los moteles no se digan cuantas cosas no se dejan ahí, en las vialidades hay montones de vendedores ambulantes que en esas áreas que Marc Augé cataloga como no-lugar, hacen su vida. Este misterioso sitio es conocido con el nombre de Tijuana.
Podría considerarse que ésta ciudad se ha conocido por medio de los narradores habitantes de ahí o por visionarios que llegan un tiempo o simplemente investigan y creen que ya con eso pueden hablar de ella.
Para entender mejor el fenómeno que ha sido Tijuana en su corta existencia, hay que irnos desde el principio de toda su mal interpretada fama. Todo inicia con la novela: Tijuana in, escrita en 1932 por Hernán de la Roca, quien se encargó de inaugurar formalmente el tema de la leyenda negra.
Y así sucesivamente se fueron sumando diferentes escritores que tocaban temas de vicios, cosas obscenas, de burdeles o simplemente todo un caos urbano:
Olor a fritangas y a burdel fronterizo. Basura en las calles, en el viento, en las nubes. Algunos ángeles barren las aceras. Putas mexicanas se alzan las faldas para mostrarnos un matorral sifilítico donde anidan moscos, larvas, escarabajos y ciempiés.
Hay greasers que asoman el trasero por la ventana de su cuarto y cagan sobre los pasantes. Un vendedor de hot cakes cocina una rata y la vende, bien enmielada, a un par de turistas que la devoran sin chistar, quizá por miedo a caer mal a los lugareños.
"El problema de la mayoría de los escritores es que no viven en Tijuana y todo les llega como chisme, rumores de lo que pasa en ésta ciudad y, conforme a eso investigan más y sacan su conclusión acerca de ella. Pero Tijuana siendo una ciudad llena de mezclas de culturas, con diferentes personalidades y pegado a la frontera, cambia en un día lo que algunos países no llegan a cambiar nunca, así que para poder narrarla como en verdad es, tienes que habitarla y más que eso, entenderla".

En los últimos años ha empezado a sobresalir una nueva generación de tijuanenses que la leyenda negra les importa un 4 de julio y los narradores ahora se enfocan más en observar la esencia del humano que habita en ella, al igual que como actúan los jóvenes de ahí y estudiar la misma ciudad como tal, con sus estructuras emergentes y sus ingeniosos establecimientos para obtener buena mercadotecnia.
"Mi city no es solamente una calle de gringo estúpidos viviendo un eterno verano e indios bicolores que venden flores de papel, de burros rayados y maletines de joyería chafa, de mústios ojos rasgados con videocámara Sony, de terrazas llenas de motherfuckers que beben poppers y besan el suelo buscando una mexican señorita".
(Rafa Saavedra – Buten smileys).
Se vea como la ciudad del drama o como la ciudad del partizón, Tijuana, a sus escasos 119 años es igual de estudiada, que ciudades tan antiguas como París, Nueva York o Madrid. Mala o buena reputación, Tijuana está en los ojos de todos.